viernes, 27 de julio de 2007

ACCESO DEMOCRÁTICO, USO COMPARTIDO Y APROPIACIÓN CULTURAL DE LAS TIC *


XIX Encuentro Nacional AMIC
“Las claves necesarias de una Comunicación para la Democracia”
2, 3 y 4 de mayo de 2007, Villahermosa, Tabasco



ACCESO DEMOCRÁTICO, USO COMPARTIDO Y APROPIACIÓN CULTURAL DE LAS TIC *

DRA. DELIA MARÍA CROVI DRUETTA



Resumen:

El propósito de este trabajo es reflexionar en torno a tres conceptos frecuentemente utilizados para referirnos al empleo de las Tecnologías de Información y Comunicación: acceso, uso y apropiación. La ponencia explica que el acceso debe ser democrático, el uso compartido y que la apropiación posee una dimensión cultural capaz de producir cambios significativo en los individuos a partir de la incorporación de nuevos elementos que modifican y enriquecen su capital cultural. Finalmente, la autora expresa la importancia de contar con políticas públicas, en especial educativas, que fomenten la creación de una cultura digital.

Abstract

The purpose of this paper is to think about three concepts frequently used to refer the use of Information and Communication Technologies: access, use and appropriation. The paper explains that access should be democratic, the use should be shared and appropriation has a cultural dimension capable to produce meaningful changes in people. Finally the author refers the importance to develop public policies, specially in education field, to create a digital culture.

Los orígenes de la sociedad de la información
Aunque se ha escrito bastante acerca de cómo se origina el concepto de sociedad de la información primero y posteriormente, sociedad de la información y el conocimiento, SIC, en este artículo haremos una breve referencia a esos orígenes. Consideramos que es particularmente importante recordarlos porque en ellos se encuentra el embrión de algunos cambios, conceptos, perspectivas teóricas y de acción, que se aplicarían a los llamados países del sur, concretamente a los latinoamericanos, en el proceso de construcción de la SIC. A partir de estas referencias iniciales, revisaremos los conceptos de acceso, uso y apropiación, los que a nuestro juicio adquieren un significado diferente en la medida en que están atravesados por una brecha digital y cognitiva que separa a ciudadanos y países. Finalmente, reflexionaremos sobre las posibilidades efectivas de los países del sur para contar con una SIC cuyos parámetros estén delineados en políticas públicas.
La década de los 80 para América Latina fue particularmente importante porque en ese periodo dan inicio las políticas neoliberales y con ellas las reformas del Estado. En este panorama destacan dos instituciones: el Fondo Monetario Internacional, FMI, y el Banco Mundial, BM, que fueron alcanzando un papel protagónico frente a la crisis latinoamericana desatada en esa década por el pago de la deuda externa. Como sabemos, ante la amenaza que esa crisis representaba para los Estados Unidos y su sistema financiero, aparecen los programas de ajuste según los cuales es la población quien asume el mayor costo. En este contexto va surgiendo un nuevo tipo de sociedad y también, un Estado de nuevo cuño: se pasa de un Estado de bienestar preocupado por la protección del empleo, la industria nacional y el mercado interno, a un “Estado mínimo”, que va cediendo al mercado sus responsabilidades como regulador del orden social.
El FMI había sido creado para corregir en el corto plazo los desequilibrios monetarios, pero no tenía capacidad para resolver problemas a más largo plazo como lo es el mencionado paso de un Estado de bienestar a un Estado mínimo. En este contexto surge el BM como institución encargada de consolidar las reformas estructurales del Estado.
Fue en 1989 cuando el economista John Williamson Williamson elaboró a partir de ese contexto, el documento que luego conoceríamos como “Consenso de Washington”, que representó un cambio de timón para la economía mundial. A partir de entonces las principales instituciones económicas internacionales establecieron, por primera vez, una serie de medidas que los países de América Latina debían aplicar. Estas medidas, supuestamente, estaban encaminadas a garantizar el crecimiento económico y el desarrollo de la región, mediante lineamientos que orientaban la transición de esos países hacia una economía de mercado con inserción mundial. A 17 años de distancia, podemos afirmar que la realidad nos dice algo muy diferente sobre este nuevo tipo de gobernanza mundial, ya que fue el origen de profundas crisis en los países latinoamericanos.
El liderazgo del FMI y del BM tiene una importancia crucial debido a que estas instituciones son las que se encargan de aportar el contenido simbólico y la explicación de los cambios que se estaban operando. La labor que desempeñaron, además de las orientaciones de carácter económico de por si fundamentales, se ubican en el plano discursivo y simbólico, lo que les permite resemantizar algunos conceptos y llenar de sentido otros que hasta entonces no existían. Sus propias argumentaciones se convierten en el deber ser de los Estados y llegan a ser conceptos condicionantes de las políticas públicas y las acciones gubernamentales.
Fue en la década de los 70 cuando las nuevas tecnologías, cuyas raíces pueden buscarse por lo menos dos décadas antes en los desarrollo militares que alimentaron la guerra fría, empiezan a difundirse socialmente. A partir de entonces, las tecnologías vinculadas con la producción, procesamiento, circulación y consumo de la información, comenzaron a destacar dando lugar a lo que hoy conocemos como TIC, Tecnologías de Información y Comunicación. La característica de este grupo de desarrollos tecnológicos, es su rápida actualización y su incidencia en todas las actividades del ser humano, a demás de contar con una parte dura (hardware) y otra blanda o lógica (software) que serían origen de dos ramas industriales fundamentales y pilares de la convergencia.
En los 80 tiene lugar un proceso paulatino y ascendente de promoción de las TIC, en el marco de un nuevo modelo político económico centrado en el libre mercado. Esos serían los cimientos de la sociedad de la información, cuya construcción se promueve abiertamente a partir de los 90. Enunciada de diferentes modos (era digital, autopistas de la información, sociedad de la comunicación, sociedad red, sociedad informatizada, sociedad digital, etc.) este tipo de sociedad propone hacer de la información uno de sus insumos fundamentales. En 1993 Peter Drucker acuña el término sociedad del conocimiento[1], agregándose esta noción al componente informativo, lo que da lugar al concepto “sociedad de la información y el conocimiento”, SIC[2].
En este tipo de organización la información y el conocimiento ocupan un lugar sustantivo y se convierten en fuente de riqueza al ser incorporados a los procesos productivos y educativos (Miège, 1998). La SIC valora la inteligencia en su dimensión colectiva o social y es también una sociedad cuyas oportunidades se presentan de manera desigual tanto entre individuos como entre naciones, lo que da lugar al concepto de brecha digital. Debido a que se caracteriza por un volumen de información creciente, resulta indispensable utilizar herramientas tecnológicas digitales para procesar, almacenar y distribuir esos datos.
Estos breves antecedentes sirven para enfatizar que la expansión tecnológica y del modelo neoliberal, constituyen el sustento de lo que conocemos como globalización, proceso que ha facilitado el control de los mercados mundiales por parte de empresas y corporaciones norteamericanas, europeas y algunas asiáticas. Sirven además para remarcar que no podemos hablar de sociedad de la información y el conocimiento sin reconocer sus raíces neoliberales, sustentadas en una organización con economía de mercado y alcance mundial, así como de sus hondas repercusiones culturales.
La globalización se encuentra en el centro de la cultura moderna, en tanto que los usos culturales se hallan en el centro de la globalización. Es una relación recíproca (…) Para plantear este argumento comienzo con una interpretación básica y relativamente aceptada de la globalización como condición del mundo moderno: la llamo conectividad compleja. Con esto me refiera a que la globalización se relaciona con la red de interconexiones e interdependencia, en rápido crecimiento y cada vez más densa, que caracteriza a la vida social moderna. La noción de conectividad se encuentra, de una u otra forma, en la mayor parte de los planteamientos sobre la globalización (Giménez, 2006:331)
Es en ese contexto de conectividad compleja, donde precisamente tienen lugar innumerables transformaciones que impactan a la vida cotidiana. Se trata de un proceso social multifacético y multifactorial, que como lo han enfatizado algunos autores, impacta todas las área de nuestra vida (Castells, 1999).

El acceso como perspectiva democratizadora
De una manera general el término acceso puede entenderse como una entrada o paso, aunque también se vincula con la acción de acercarse a algo (http://www.rae.es). Si vemos al acceso desde el punto de vista del derecho, se refiere al modo de acercarse a algo con el propósito de conseguir su dominio. Esta última idea es interesante porque si la vinculamos con las tecnologías de información y comunicación, TIC, indicaría que el acceso en definitiva facilita el domino sobre esas tecnologías.
No obstante, para los países latinoamericanos la tendencia es identificar el acceso a las TIC con un ideal democratizador, de igualdad, según el cual la meta es ofrecer infraestructura técnica para todos los usuarios. Es desde esta perspectiva que, cuando se intentan delinear políticas públicas o cuando las TIC se incorporan a metas gubernamentales, el propósito es lograr igualdad y democratizar el acceso. En concordancia con este punto de vista, a partir del desarrollo de innovaciones tecnológicas y de la convergencia en red, cuando los países de la región o algunas de sus instituciones públicas han propuesto o desarrollado acciones tendientes a garantizar el acceso de los ciudadanos a las TIC, lo han hecho para promover su acercamiento a los aparatos tecnológicos.
Aunque esas iniciativas puedan ser encomiables, en general resultan parciales, ya que se atiende sólo una parte de la demanda: la tecnológica. Dicho en otros términos, proveer de infraestructura técnica para garantizar que los ciudadanos tengan un acceso igualitario[3] apenas puede entenderse en la primera acepción de acceso: una entrada o paso.
En trabajos anteriores hemos considerado que al menos cinco escenarios se interrelacionan en el concepto de brecha digital: tecnológico, económico, habilidad informáticas, capital cultural y político[4]. Por ello, si la perspectiva de los programas de la región para incorporar las TIC a la vida social parten sólo del horizonte tecnológico, las demás dimensiones de la brecha digital quedan relegadas y estamos sólo ante uno de los niveles que nos interesa analizar en este trabajo: el acceso.
La UNESCO en su documento “Hacia las sociedades del conocimiento” (http://unesdoc.unesco.org/) ha señalado que la capacidad de acceso y asimilación de informaciones y conocimientos es desigual, tanto entre los diferentes grupos sociales como entre los países. Enfatiza que las categorías socioeconómicas más desfavorecidas no sólo tienen un acceso restringido a la información o al conocimiento, sino que además no cuentan con los mismos recursos y habilidades cognitivas para asimilar la información que otros grupos sociales con mayores recursos económicos y culturales. Como resultado de este desequilibrio, además de enfrentar la brecha digital tenemos el reto de superar la brecha cognitiva.
Así, la aparente democratización del acceso a los medios de comunicación y a las fuentes de información, se esteriliza cuando sólo ciertos sectores tienen recursos para aprovechar esos beneficios, dejando marginado a un alto porcentaje de la población. Queda claro entonces que el concepto de brecha va más allá de los procesos de digitalización, abarcando además la ciencia, el conocimiento intuitivo o no organizado, la educación, la cultura, es decir, lo que Pierre Bourdieu llamó capital cultural.
La pobreza y la marginalidad en sus diferentes perspectivas, están directamente asociadas al déficit de competencias informáticas dando lugar a un nuevo tipo de exclusiones que incapacita a los ciudadanos para insertarse en la SIC y a los países para crear su propia sociedad de la información e intervenir en condiciones de igualdad en los destinos mundiales. Ciertos grupos sociales (jóvenes, adultos mayores, mujeres, minorías, migrantes, discapacitados, entre otros) han sido especialmente vulnerables en materia de acceso tecnológico y por carecer de habilidades o de capital cultural para apropiarse de la información circulante.

Compartir el acceso
La historia de América Latina se ha caracterizado por la emergencia de formas de organización que priorizan las acciones colectivas. La construcción de la SIC no es la excepción: existen en la región numerosas casos de acceso compartido o colectivo, a través de los cuales los ciudadanos usan las redes. Locutorios, cibercafés, centros digitales, telecentros, infocentros, son algunos de los nombres que reciben los lugares desde los cuales es posible tener acceso compartido a Internet, el medio más representativo de la convergencia tecnológica. Ya sea como parte de negocios privados o de acciones gubernamentales, el acceso compartido ha resultado ser una salida a la escasez de infraestructura. En algunos casos incluso se brinda orientación al usuario, con lo que en parte se busca enfrentar la brecha cognitiva.
La Comisión Económica para América Latina, CEPAL, en su documento “Políticas públicas para el desarrollo de las sociedades de la información en América Latina y el Caribe” (Doc.W515’05,TUNIS/CONTR/07, http://www.cepal.org/,) distingue tres tipos de financiamientos en el acceso colectivo: el que propicia directamente el Estado, el que recibe un subsidio mínimo mediante fondos de acceso universal y los que dependen de fondos de inversión. La propia CEPAL indica que los mayores problemas que enfrentan este tipo de centros se refieren a su gestión y mantenimiento, además de que por diversas razones no siempre atienden a los grupos más necesitados en esta materia.
Dentro de las formas emergentes de acceso compartido, sobre todo referidos a fuentes informativas, debemos considerar también a las bibliotecas y centros de documentación actualizados con recursos digitales. En ocasiones estas bibliotecas funcionan como centros de ayuda, intercambio y comunicación (Capurro, 2001 http://www.dgz.org.br/abr02/Art_01.htm).
UNESCO enfatiza que el acceso universal debe seguir siendo el pilar en el cual se basa la transición hacia las sociedades del conocimiento (http://unesdoc.unesco.org/). No obstante esta advertencia, tal como ocurre en la base tecnológica (hardware), se ha dado una paulatina y constante privatización de ciertas fuentes informativas de calidad (software y bases de datos, por ejemplo). Aunque muchos no dudan en proclamar a la información y el conocimiento como bienes de dominio público, debido a que contribuyen al desarrollo del capital humano y de la creatividad, desde sus orígenes la SIC encaja en un modelo de mercado. En este modelo la información como materia prima del conocimiento, se concibe y gestiona como mercancía.
La resistencia que en su momento provocó el modelo neoliberal llevó a presentar a la Sociedad de la información y el conocimiento como un modelo de desarrollo aparentemente desideologización, basado en la libre circulación de sus componentes principales, información y conocimiento. Sin embargo, no podemos desconocer ni olvidar sus raíces neoliberales. Así, el anclaje neoliberal de la SIC constituye un lastre que impide a los países latinoamericanos despegar hacia su crecimiento cultural y económico. En cambio, asistimos a un nuevo tipo de exclusiones donde países y ciudadanos marginados quedan fuera del alcance de los recursos informativos.

El uso, entre el acceso y el conocimiento
Derivado de la preocupación por el acceso, se habla frecuentemente del concepto de uso de las TIC, que entendemos como el ejercicio o práctica habitual y continuada de un artefacto tecnológico. Pero que tengamos una práctica habitual y continuada de un artefacto tecnológico, nos dice poco cerca de para qué lo usamos.
El uso en su dimensión práctica y real, constituye así una preocupación para la investigación, ya que a veces logramos saber que las TIC se usan, pero no sabemos bien para que. Mientras los medios audiovisuales (televisión, radio y antes el cine) han sido identificados con el entretenimiento, en torno a las computadoras existe un imaginario de trabajo, estudio, responsabilidad. ¿Es esto cierto en la práctica? Parcialmente sí, ya que de otro modo no estaríamos experimentado los cambios en los sistemas productivos, educativos y relacionales que se viven actualmente. Sin embargo, aún quedan interrogantes por resolver relacionados tanto con la brecha digital y como con la cognitiva. Conocer las trayectorias de uso que dibujan los ciudadanos de manera individual, como miembros de una institución, empresa o grupo social, puede ser de mucha utilidad para definir con mayor precisión este concepto.
Battro, A. y P. Denham (http://www.byd.com.ar) señalan que el uso de la computadora debe tener un significado personal para el usuario. Es sobre ese significado que debemos indagar, ya que muchas veces las computadoras y otras tecnologías están instaladas pero nadie las usa con regularidad ni con provecho. En otros casos, se sabe que se usan, pero se desconoce el propósito para el cual se usan. Tales preocupaciones sugieren que la categoría uso debe analizarse relacionándola con el acceso, con las trayectorias, pero también con un concepto fundamental para la construcción de una SIC: la apropiación.

La dimensión cultural de apropiación
A Alexei Leontiev le debemos el concepto de apropiación, que se desprende de los planteamientos de Vygotsky y su teoría histórico-cultural. Éste a su vez refuta los planteamientos originales de la teoría cognitiva de Jean Piaget, de corte biológico.
Tanto Piaget como Vygotsky en sus análisis sobre los orígenes de los procesos psicológicos humanos abordan el término de interiorización, pero lo hacen desde puntos de vista distintos. Diversos autores (Rogoff, 1993 y Castorina, Ferreiro, De Oliveria y Learner, 1996) concuerdan que para Piaget el funcionamiento intelectual es una particularidad del funcionamiento biológico y, en este sentido, para él, la adaptación cognitiva es el proceso fundamental en el proceso de conocimiento. Dicho de otro modo, el sujeto incorpora a sus esquemas de pensamiento nuevas experiencias y mediante la asimilación se transforma. Tal proceso se realiza con la intervención del ambiente, mediado por la aplicación de esquemas que corresponden a las características de cada uno de los cuatro estadios de desarrollo cognitivo que Piaget definió (sensioromotor, preoperacional, operaciones concretas, operaciones formales) [5].
Mientras para Piaget la asimilación tiene una perspectiva biológica, la teoría vigotskyana sostiene que el desarrollo intelectual del individuo no puede comprenderse sin una referencia al mundo social en el que el ser humano está inmerso. El desarrollo debe ser explicado no sólo a partir de la interacción con los otros en un contexto social dado, sino que introduce la mediatización intelectual de instrumentos generados sociohistóricamente (en nuestro caso, las TIC).
A partir de estos planteamientos Leontiev, introduce el término apropiación, que ha tenido uso creciente en Psicología de Desarrollo y Educacional. Leontiev busca resaltar las discontinuidades entre procesos culturales y naturales[6]. Con el concepto apropiación intenta atrapar las particularidades de los procesos culturales, retomando elementos que permiten superar el posible dualismo subyacente a la noción de interiorización. “… el proceso de interiorización no consiste en la transferencia de una actividad externa a un plano interno preexistente de la conciencia: es el proceso a través del cual se forma este plano” (Leontiev, en Banquero, 1990:57). Apropiarse es formar un plano interior acerca de una situación social dada. La cultura se proyecta en la mente como la mente lo hace en la cultura (Ramírez, 1992).
Según Leontiev el proceso de apropiación realiza la necesidad básica y el principio fundamental del desarrollo ontogenético humano: la reproducción en las aptitudes históricamente formadas por la especie humana, incluyendo la aptitud para comprender y utilizar lenguaje. Se trata de apropiarse de un producto cultural objetivado externamente, pero simultáneamente es el desarrollo de una facultad (Banquero, 1990).
La concepción de Leontiev acerca de la interiorización permite ampliar y clarificar algunos de los planteamientos vygotskianos. A pesar de la cercanía entre ambos enfoques, existen importantes diferencias entre ellos, especialmente en lo que se refiere a la importancia concedida a la mediación semiótica (Wertsch, 1981; Kozulin, 1984). Para apropiarse de un objeto o de un fenómeno, hay que efectuar la actividad correspondiente a ese objeto o el fenómeno considerado. Por ejemplo cuando decimos que el ser humano se ha apropiado de un instrumento, significa que ha aprendido a utilizarlo correctamente, y que las acciones y operaciones motrices y mentales necesarias para ello se han formado (Leontiev en Rogoff 1993). El proceso de apropiación se realiza durante la actividad que el ser humano desarrolla con respecto a objetos y fenómenos del mundo del entorno. Tal actividad no puede formarse por si misma en el ser humano: se forma mediante la comunicación práctica y verbal con la gente que le rodean, en una actividad común con ellos.
Los procesos de apropiación implican el dominio de un objeto cultural, pero implican también el reconocimiento de la actividad que condensa ese instrumento y con ella los sistemas de motivaciones, el sentido cultural del conjunto. En otros términos, al apropiarnos de un objeto cultural nos apropiamos también del régimen de prácticas específico que conlleva su uso culturalmente organizado. De allí que resulte crucial en los procesos de apropiación, la apropiación de la naturaleza y sentido de la actividad que encarna el objeto.
Podemos afirmar entonces que al apropiarse de las TIC los ciudadanos de América Latina o de cualquier otra región del planeta, se apropian también de las condiciones de acceso y uso de esas TIC, incluyendo las diferencias apuntadas en materia de brecha digital y cognitiva. La apropiación se produce por la participación de hecho en la actividad que se lleva a cabo con las TIC. Inicialmente esta actividad se realiza en forma gradual y asistida, pero luego el usuario encuentra caminos propios e independientes.
Para Rogoff (1993) la apropiación es participativa, porque el individuo se apropia de los procesos sociales en los que participa de un modo activo. Considera que es a través de la participación guiada en diversos escenarios socioculturales como tiene lugar la apropiación. Enfatiza la dimensión temporal de este proceso, ya que los cambios que sufre un individuo en el proceso de apropiación participativa se basan en cambios previos y sientan las bases de cambios en el futuro (Rogoff, 1993).
Estas afirmaciones pueden ser la base a partir de la cual estructurar programas sociales con el propósito de lograr que los ciudadanos se apropien de ciertas TIC, en especial, las referidas a la computación y las redes. La apropiación participativa coincide con el concepto de comunicación situada, es decir, realizar intervenciones directas para el uso de las TIC en aspectos específicos del entorno (educación, producción, servicios, etc).

Hacia una cultura digital
La unión de los elementos que hemos esbozado: políticas neoliberales, acceso, uso y apropiación, dan a los habitantes Latinoamérica un contexto específico para la construcción de la SIC.
Según el ya mencionado documento de CEPAL existen en la región tres niveles de capacitación digital: el básico (habilidad para manejar programas de uso general), el intermedio (habilidad para manejar programas de uso general y algunos otros de mayor complejidad) y avanzado (habilidad para el manejo de programas más sofisticados en su forma y otros más avanzados, tales como software de gestión y para actividades productivas). Entre esos tres niveles no hay fronteras claras. El desarrollo de las habilidades se logra por tres vías: autoaprendizaje, instituciones gubernamentales que realizan campanas y ofrecen infraestructura, u organizaciones privadas que ofrecen cursos en función de demandas reales o supuestas (http://http://www.cepal.org/).
A partir de esas reflexiones, CEPAL llama la atención sobre un aspecto importante: el desarrollo de estas habilidades digitales está fuera de las instituciones escolares y de formación. En efecto, este tipo de conocimiento ha sido incorporado a la formación de los individuos como una capacitación adicional, en la cual no hay certificaciones ni sanciones, lo que sin duda representa un desafío para los sistemas educativos. Las instituciones educativas han ido incorporando las TIC a sus programas a distancia y presenciales, pero no han incorporado el desarrollo de las habilidades informáticas a las currículas escolares.
En concordancia con lo que hemos destacando, Raúl Trejo indica que existen tres barreras que se interponen en el uso de las redes: la falta de políticas públicas para la promoción de una cultura digital, el costo de los servicios de conexión y de los equipos de cómputo, así como la capacitación de los usuarios (Trejo en Capurro, 2005, http://www.dgz.org.br/abr02/Art_01.htm. Brasil).
Desde nuestra perspectiva, un tratamiento adecuado en torno a la primera barrera bien podría eliminar las dos restantes. En efecto, adecuadas políticas públicas para la promoción de una cultura digital bien podrían ofrecer soluciones a los costos de conexión y equipos, así como a la capacitación de los usuarios. Es por ello que consideramos que hablar de una cultura digital, implica entrelazar este concepto con las políticas públicas referidas al acceso, uso y apropiación de las TIC, así como con los programas educativos.
En este contexto, vale la pena mencionar que Gilberto Jiménez, desde una concepción simbólica de la cultura, la define como:
La cultura es la organización social de significados, interiorizados de modo relativamente estable por los sujetos en forma de esquemas o de representaciones compartidas y objetivados en forma simbólica, todo ello en contextos históricamente específicos y socialmente estructurados (Giménez, 2006:13) .
Esta definición puede aplicarse al ámbito digital, pero sólo podremos decir que existe una “cultura digital” en la media en que la organización de sus significados tenga lugar en un contexto social concreto y pueda compartirse. Hasta el momento sólo algunos han logrado apropiarse de esos significados y compartir sus representaciones. El neoliberalismo, un modelo generador de exclusiones y privatizador de los recursos de información y conocimiento que han sido proclamados como públicos, interfiere en el desarrollo de una cultura digital. La ausencia de políticas públicas para promover una cultura digital, también.
Para contrarrestar estas limitaciones, cada vez es más necesario realizar esfuerzos compartidos (gobierno, sociedad civil, sector privado), encaminados a fortalecer una cultura digital y a reemplazar el camino del autoaprendizaje o imitación explorado hasta ahora por los ciudadanos para usar y apropiarse de las TIC. Además de superar la perspectiva del determinismo tecnológico para situarse en el verdadero sentido que tiene la apropiación, tal como la hemos analizado, este tipo de esfuerzos debe estar encaminado a incorporar a los grupos hasta ahora marginados del proceso de construcción de la SIC.
Consideramos que la apropiación de las TIC es inherente al desarrollo de una sociedad de la información y el conocimiento. Así, si para desarrollar una cultura digital es necesario cambiar comportamientos y modificar hábitos en los cuales apropiarse de las TIC es fundamental e irreversible, la educación dispone de instrumentos poderosos para transformarse y transformar. Pero esto significa primero echar por tierra el modelo centralizado, organizado en torno al maestro y la institución, pasando a valorar cada vez más la inteligencia distribuida, el trabajo colaborativo y en red, la participación democrática y el acceso igualitario.
El reto, en todo caso, es lograr que los usuarios de las TIC sean mucho más que consumidores de tecnología y contenidos, convirtiéndose en creadores e innovadores a partir de sus propias capacidades tecnológicas. Es necesario entonces, crear formas activas de usarlas, diseñar programas participativos, de comunicación situada frente a un problema y un entorno específico. Este tipo de acciones constituye, al mismo tiempo, el punto de partida de un necesario proceso de acción-reflexión-acción que nos indique en cada caso, el significado personal y social de las TIC .


Bibliografía
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Battro, A. y Denham, P. (1997) Digital education. En: http://www.byd.com.ar/dewww.htm Howard Gardner. Graduate School of Education. Harvard
Bourdieu, P. 2002. “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto”. Traducción de Maria del Carmen Ruiz de Elvira. Editorial Taurus: México.
Castells, Manuel. 1999. “La era de la información. La sociedad red”. Volumen I, Siglo XXI Editores. México.
Castorina, J., Ferreiro, E., De Oliveria, M. y Learner, D. 1996. “Piaget – Vygotsky: contribuciones para replantear el debate”. Paidós. México.
· Crovi Druetta, Delia y Francisco Hernández Lomelí. Coordinadores. 2004. “Internet y televisión. Una mirada a la interculturalidad”. Colección Comunicación y Diversidad Cultural coordinada por Sarah Corona Berkin y Carmen de la Peza Casares. Universidad de Guadalajara, Ciudad de Zapopan y UAM-Xochimilco. México.
· Giménez Montiel, Gilberto. 2005. “Teoría y análisis de la cultura. Volúmenes I y II”. Intersecciones. CONACULTA-IC@CULT. México.
Kozulin, A. 1984. “Psychology in Utopia: Toward a Social History of Soviet Psychology”. Cambridge, MA: MIT Press.
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Ramírez, J.D. 1992. “Psicología de la comunicación. Proyecto docente y de investigación. Memoria de Cátedra”, Universidad de Sevilla.
Rogoff, B. y Jean Lave.”Everyday cognition: Its development in social context”, Harvard University Press, Cambrid­ge, 1984.
Rogoff B. 1990. “Apprenticeship in thinking: Cognitive development in social context”. Oxford University Press, New York.
Rogoff, B. 1993. “Aprendices del pensamiento. El desarrollo cognitivo en el contexto social”. Paidós. México.
Wertsch, J. 1988. “Vygotsky y la formación social de la mente”. Editorial Paidós. Barcelona, España.

Fuentes hemerográficas y digitales
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Battro, A. y P. Denham. “La educación digital” . http://www.byd.com.ar/
CEPAL, Comisión Económica para América Latina, “Políticas públicas para el desarrollo de las sociedades de la información en América Latina y el Caribe” Doc.W515’05,TUNIS/CONTR/07. http://http://www.cepal.org/.
Capurro, R. (2001) “Perspectivas de una Cultura Digital en Latinoamérica”. Revista de Ciência da Informação. V.3 n.2. Brasil. http://www.dgz.org.br/abr02/Art_01.htm. Consultado en agosto de 2006
Diccionario de la Real Academia Española. Madrid. http://www.rae.es/. Consultado en agosto de 2006.
Montuschi, Luisa. “Datos, información y conocimiento. De la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento”.
http//www.ideas.repec.org/p/cem/doctra/192.html. Consultado en septiembre de 2006
UNESCO (2005) “Del acceso a la participación: hacia sociedades del conocimiento para todos”. En: Hacia las sociedades del conocimiento. http://unesdoc.unesco.org/. Consultado en agosto de 2006.

Notas
* Las presentes reflexiones son producto de una investigación mayor titulada “Tecnologías de información en la comunidad académica de la UNAM: acceso, uso y apropiación”, de la cual la autora es coordinadora. Esta investigación se desarrolla en el marco de la línea de investigación social del Macroproyecto Universidad de la información y la computación, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
[1] Friedrich Hayek, quien posteriormente recibiera el premio Nobel de Economía, publicó en 1945 un artículo titulado “The uso of knowledge in society” . Este trabajo señalaba que los criterios a tomar en cuenta para la asignación de recursos disponibles en la economía debían estar basados en el conocimiento. Señalaba además, que el sistema económico más eficiente sería el que hiciera uso pleno del conocimiento existente. Hayek ponderaba asimismo, el conocimiento no organizado (al margen o junto al científico) que se producía en circunstancias particulares de tiempo y lugar. (Montuschi, http//www.ideas.repec.org/p/cem/doctra/192.html)
[2] De manera general entendemos por SIC a una sociedad caracterizada por un modo de ser comunicacional que atraviesa todas las actividades: industria, entretenimiento, educación, organización, servicios, comercio, etc. Este tipo de sociedad se alimenta de un rápido crecimiento e innovación en materia de tecnologías de información y comunicación, las que impactan a todos los sectores sociales. Se caracteriza asimismo, por un volumen de información creciente que hace indispensable el uso de herramientas tecnológicas para procesarla, almacenarla y distribuirla
[3] A pesar de este determinismo tecnológico y el relativo optimismo que se quiere transmitir por su intermedio, innumerables datos que son resultados de mediciones sobre las infraestructuras tecnológicas en la región, dan cuenta que el acceso a las tecnologías está muy lejos de ser igualitario o democrático.
[4] Estos escenarios son: a) Tecnológico, referido a la infraestructura material disponible así como al grado de actualización de dicha infraestructura. b) Económico, relacionado con la carencia o disponibilidad de recursos para acceder a las redes, lo que se manifiesta tanto a nivel personal, como entre los sectores gubernamentales y algunos privados. c) Habilidades informáticas, o sea, las capacidades cognitivas que deben poseer los individuos para apropiarse adecuadamente de los nuevos medios digitales. Estas habilidades establecen rangos de usuarios que van desde los repetidores de caminos aprendidos sin una racionalidad ni explicación (exploración y juego), a los que son capaces de innovar y crear a partir de las posibilidades de las redes (apropiación); d) Capital cultural, expresados en términos de Pierre Bourdieu y e) Político, escenario que identifica las políticas públicas sobre el acceso a las redes y la voluntad de generar participación en torno a ellas (Crovi, 2004).
[5] Piaget definió una secuencia de cuatro estadios o grandes periodos por los que todos los seres humanos atravesamos en nuestro desarrollo cognitivo: sensoriomotor, preoperacional, operaciones concretas, operaciones formales. En cada uno de esos periodos, nuestras operaciones mentales adquieren una estructura diferente que determina como vemos el mundo (Papalia, D., Wendkos, S. y Duskin, R., 2005).
[6] Partiendo de la discusión central de Vygotsky sobre la interiorización es fiel a los primeros trabajos sobre la zona de desarrollo próximo del propio Vigotsky.

1 comentario:

milisoft dijo...

HELP! LA TIERRA EN TERAPIA.
Según los brujos de la aldea global con el nuevo milenio la alfabetización informacional es una urgencia para el ciudadano común a merced de en breve convertirnos en analfabetos funcionales, a pesar de poseer un lindo currículo académico, una cultura y educación esmerada o un nivel escolar aceptable.
La velocidad con que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (tic) invaden nuestra privacidad, nuestras relaciones públicas, nuestro entorno familiar ya es aplastante.
Nuestro hogar inundado de equipos electrodomésticos que nos permiten una mejor calidad de vida… nuestros hijos desde edades tempranas nos exigen un computador para realizar las tareas escolares, las megabibliotecas y los servicios y productos en internet, nos actualizan y sustituyen a enciclopedias y diccionario con solo un clic…
Pero, los papiros chinos o persas – por citar un ejemplo – han trascendido los siglos y siguen alli, en bibliotecas y monasterios.
Pero, la aldea global de la información con su red de redes, sitios web, hiperenlaces, bases de datos en formato digital, etc. garantizarán la perpetuación de la información vs conocimiento para orgullo de las futuras generaciones dentro de mil años, 3 meses, o tan siquiera, 3 minutos?
A dónde ira a parar documentos tan valiosos desde el punto de vista legal, como es la propiedad de nuestra casa, el carro… o desde el punto de vista afectivo como la primera foto de nuestro bebé, la hoja clínica familiar, nuestro árbol geneólogico, las cartas de amor que redactamos a nuestros seres queridos desde lejanas tierras?
Todo digital! Es la respuesta inmediata… y quién nos garantiza la longevidad de esa información… Cúanto perdurará un artículo en una revista online? Y un compacto con 4 Gb de imágenes familiares, o nuestra tesis de pregrado fruto de 5-6 años de estudios universitarios en una pc conectada y perturbada por una manipulación incorrecta, un descuido, un virus!!!
TENDREMOS QUE VOLVER AL COFRE DE LA ABUELA DONDE CON TANTO CARIÑO ELLA GUARDABA PARA SIEMPRE LOS DOCUMENTOS MAS VALIOSOS DE LA FAMILIA?
O A LA CAJA FUERTE BLINDADA CONTRA ROBOS, INCENDIOS Y ANTISIMICA PARA DEPOSITAR EN ELLAS NUESTROS DOCUMENTOS Y VALORES MAS PRECIADOS?
Nuestros jóvenes ya no tienen tiempo ni de escribir su diario en una bonita libreta con su mejor caligrafía…
Señoras y señores hemos perdido el hábito de escribir, de la correcta ortografía de las sintáxis y todo lo dejamos a los correctores de los procesadores de texto y otras finezas.
ENTONCES:
SI NO REFLEXIONAMOS Y TOMAMOS MEDIDAS PROFILACTICAS, DENTRO DE 50 AÑOS NO NECESITAREMOS DISEÑAR ROBOTS QUE NOS SUSTITUYAN PORQUE NOSOTROS MISMOS SEREMOS HUMANOIDES, UNA NUEVA ESPECIE DE ROBOTS CAPAZ DE DESPRECIAR LA EMOCION INTENSA DE UN ACTO SEXUAL, LA EYACULACIÓN DEL SEMEN, LA COPULACION, EL EMBARAZO, LA INMENSA SATISFACCION DEL PARTO, LA LACTANCIA MATERNA Y EL ORGULLO DE REVISAR LA TAREA ESCOLAR DE NUESTROS HIJOS, CUANDO APENAS ESTAN APRENDIENDO A GARABATEAR EN UN TROZO DE PAPEL EL NOMBRE DE MAMÁ.